Ahora,
las baldosas se me plantan
de repente
a un centímetro
del hombligo de la
gente.
Las hormigas,
insolentes,
me escupen en la cara
y las lombrices,
serpientes
parecen.
Las sonrisas por la calle
son más grandes
y deformadas,
como mayores son las lágrimas
desparramadas.
También son
algunas verdades
más evidentes.
La hipocresía cobra
tamaños
insospechados,
el humo del tabaco
abruma las aceras
envueltas
como en mil fuegos,
y penetra en el hombre como
en un receptáculo de
angustia,
se cuela por sus tejidos,
absorve su alma
toda.
Buenos Aires, gris
tu melancolía
se lo comió todo.
Devora a los desangelados
rostros
que te recorren.
Veo todo deformado,
mala pasada
que me juega la mente.
Todo no es todo como lo veo,
a través de esta lente.
Me parece más absurdo,
deshumano,
indiferente.
El mundo está cada día más triste...
¿Es que no lo nota la gente?