Como un innato instinto de
supervivencia
con las manos extendidas
acaricio el
Sol,
entre mis dedos, como las
patas de una araña
se filtran flechas
amarillas
con puntitos de polvo
de estrellas
levitando en el medio.
Sumergida en sus rayos
fulminantes
que atraviesan mi
pecho breve,
enceguecidos de luz
mis ojos se cierran,
tiemblan
solos.
Perdida en la
cavernosa oscuridad rojiza
de las pupilas,
fresca sombra húmeda
bajo los párpados
me cobija.
Instante eterno,
eternidad pasajera.
Me llega el éxtasis de
saber, de
sentir
que estamos
vivos.
supervivencia
con las manos extendidas
acaricio el
Sol,
entre mis dedos, como las
patas de una araña
se filtran flechas
amarillas
con puntitos de polvo
de estrellas
levitando en el medio.
Sumergida en sus rayos
fulminantes
que atraviesan mi
pecho breve,
enceguecidos de luz
mis ojos se cierran,
tiemblan
solos.
Perdida en la
cavernosa oscuridad rojiza
de las pupilas,
fresca sombra húmeda
bajo los párpados
me cobija.
Instante eterno,
eternidad pasajera.
Me llega el éxtasis de
saber, de
sentir
que estamos
vivos.
1 comentario:
No entiendo cómo se puede pasar por este delicado pensamiento y no sentirse conmovido, me extraña que no hayan percibido esta pequeña maravilla. Me guardo la fortuna de sentir que lo he descubierto antes que nadie y me fascina la idea, no se por qué pero es así. Otra vez gracias por exhalar tanto perfume humano.
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