Y en la agotadora calma
que sucede al esfuerzo de amanecer,
las hojas ensayan su danza infinita,
tiemblan ante la llegada crucial
Todos se preparan para ver el encuentro
del néctar divino con la rusticidad telúrica
testigo de los tiempos inmemoriales,
sin nombre, sin hombres
pero
que
late.
Acuden a la llamada del viento
que anuncia el incesante caer de
las lágrimas
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de
la
luna.
1 comentario:
Usted, hace poesía de la poesía mísma, Es bueno que cada tanto me rompa la cabeza con su influjo claramente spinetteano... Una forma de continuar su trabajo en la tierra, su legado... Gracias Diosa!
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