(a Juan, a la vida que nos encontró, al momento epifánico que fue encontrarlo, a la vida por delante que se nos derrama en cada amanecer como si fuera ese instante el mismo despertar repetido innumerables veces, al ser auténtico en el mundo, a fluir sin buscar parecerse a nadie, a atreverse a vivir como uno mismo, a lo mágico de los días si se los vive con poesía, a nuestra vida juntos que es incalculablemente única)
A vos te dolía la muela
a mí
el alma y la espera
el invierno nos punzaba
las manos te hacían remolinos en los bolsillos
mi soledad se enmascaraba
en cortesías sin sentido
tus ojos desafiando
la muchedumbre desafinando
cafés calientes y tentempiés de plástico
tu desenfadado ir por la vida oyendo señales
mi ir por señales tras rastros de vida
la tarde moría
deambulábamos sin sentido
con el único sentido de encontrarnos
el rumbo del que no sabe lo que busca
es el que nunca se equivoca
(confía en los guiños de los ángeles)
vos volvías de volver de donde la soledad te llevaba
yo intentaba reírme del esperpento cotidiano
saetas berretas,
inauguramos el amor
en los albores de un siglo
que se cae a pedazos
erigimos la pureza
dentro de la ciudad contaminada
volamos como pájaros
destrozando las jaulas
de lo inauténtico