(en armoniosa respuesta poética, el que estaba fumando en el poema anterior le responde así a la que se fue a ver con él la tierra girar)
El colibrí disoluto en el limbo
Ha dado quinientas vueltas ya, no encontró el elogio a su amor
era todo obsoleto caos, era todo smog amarillista.
El colibrí ya no es tal, incluso su presencia
se ha vuelto respiro del que espera
encandilado por la ausencia que ignora,
y lo vuelve polvo lánguido.
Ella, en la antesala, lo consuela batiendo nubes de lluvia,
lluvia de siglos,
amor pariente de la humanidad.
Aceptó la invitación y coqueteó con lo inmortal
Voló en profundo silencio despertando a toda la ciudad.
Juan Martín Sigales
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