las plantas crecen
enraizan sutilmente sus manos a la tierra
misteriosa y húmeda
que antaño le enseñó
sus saberes a la luna
(las hojas son mi pelo
que se pierde en la espesura)
penden del anaquel de mi ventana
microscópicas gotas en cosmos enjaulados
amontonando energía divina
se abren a la luz como diamantino rocío
y caen, feroces y atolondrados
micromundo herboso,
crepúsculo perfumado de romero y albahaca,
sabia fecunda,
emerger a la vida abrupto y frondoso
cubre con su sombra
el encanto de mi mediodía salvaje
(no quiero quedarme sentada
en la sala del conformismo)
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