todas las palabras
y todos los colores,
todos los matices de mundos necesarios
para pintar tu risa en diez renglones,
aparecés y me mirás
sonriente me mirás,
con esa mirada ancestral que sabe por instinto
donde está la llave del jardín de mi penumbra
me mirás, y guardás en tu misterio
las miles de horas de nuestros ojos sin cruzarse
guardás la espera, las noches musicales
la fatiga de buscar y laberintos de ciudades
guardás cuerdas y balcones,
llaves, cigarros y canciones
madrugadas de velas que ardían
guardás en un puño las estrellas, que eran mías
(encontraste la armonía en el secreto de mis días)
de tu pelo se resbalan algunas noches perdidas
corazones de cartón, poses sabidas
muchedumbre galvanizada, gente trucha y precavida
chicas opacas, de polvo, marchitas
que rogaban un segundo de la magia de tus días
(pero estabas vos,
y yo,
al costado de la vida)
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