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martes, 25 de septiembre de 2007

8

Ahora,
las baldosas se me plantan
de repente
a un centímetro
del hombligo de la
gente.
Las hormigas,
insolentes,
me escupen en la cara
y las lombrices,
serpientes
parecen.
Las sonrisas por la calle
son más grandes
y deformadas,
como mayores son las lágrimas
desparramadas.
También son
algunas verdades
más evidentes.
La hipocresía cobra
tamaños
insospechados,
el humo del tabaco
abruma las aceras
envueltas
como en mil fuegos,
y penetra en el hombre como
en un receptáculo de
angustia,
se cuela por sus tejidos,
absorve su alma
toda.
Buenos Aires, gris
tu melancolía
se lo comió todo.
Devora a los desangelados
rostros
que te recorren.
Veo todo deformado,
mala pasada
que me juega la mente.
Todo no es todo como lo veo,
a través de esta lente.
Me parece más absurdo,
deshumano,
indiferente.
El mundo está cada día más triste...
¿Es que no lo nota la gente?

martes, 11 de septiembre de 2007

Delirio de sahumerios

La página en blanco
desnuda
me interpela,
me suplica que la inunde
con algún delirio
de sahumerios,
primavera
y melancolía.
Pajaritos,
pachulí,
la lluvia con su golpeteo
interminable
y metálico
sobre mi techo de chapa,
algún atardecer desangelado
ojos tristes
y a otra cosa...
Pero no.
No y puro NO.
No acuden hoy a mi siesta.
Mientras,
al genio dormido
más adormecido que nunca
le queman
en la nuca
los gajes del oficio,
las punzadas de los picos del colibrí
le sacan sangre de las muñecas,
y el canto del ruiseñor
le perfora los oídos.
Bosteza,
se tapa.
Quiere seguir durmiendo.