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martes, 29 de mayo de 2012

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Hay cosas especializadas en taladrar el alma. La taladran, la corroen profundamente y tiqui tiqui tiqui, no paran nunca y vuelven aunque no las llame nadie. Pero lo curioso es que el resultado final puede ser de las más bellas creaciones de la mente humana, o todo lo contrario. No sé si me explico. Un recuerdo infantil, por ejemplo, puede dar lugar a hermosas figuras como arabescos, colibríes o caramelos redonditos, que después podés llevar colgados y todos ven cuantos lindos recuerdos cargás en tus espaldas y en tu memoria.
Yo suelo llevar algunos abrazos con forma de manos pendientes de mi cuello, y algún que otro girasol haciendo equilibrio por abajo del oído. El cuello cargado de flores y algunos pajaritos por encima de la cabeza. Ahora bien, el problema es cuando la talladura se manifiesta en su forma negativa, y empieza a formar pequeñas formas simétricas y ovaladas en su final, aunque finitas por arriba. Ir en el colectivo y que se empiecen a chorrear por las mejillas, prueba inequívoca de un taladro fallido pero certero... y tan hermoso como todos los demás.




4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sencillamente hermoso !

S dijo...

Totalmente. A mí me pasa lo mismo cada vez que recuerdo a mi abuela, pero bueno, mi mente es el único lugar donde la puedo sentir cerca por más que no esté.
Sigo leyendo :)

Hector dijo...

¿y que podría decirte yo en estos dias por venir? yo, que todas las noches cierro los ojos para sentir su beso...

Ludmila dijo...

Gracias a los tres por entrar, leer, comentar y sobre todo, por sentir.... los abrazo!!!