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miércoles, 25 de junio de 2014

vagabundos destrozando las jaulas de lo inauténtico

(a Juan, a la vida que nos encontró, al momento epifánico que fue encontrarlo, a la vida por delante que se nos derrama en cada amanecer como si fuera ese instante el mismo despertar repetido innumerables veces, al ser auténtico en el mundo, a  fluir sin buscar parecerse a nadie, a atreverse a vivir como uno mismo, a lo mágico de los días si se los vive con poesía, a nuestra vida juntos que es incalculablemente única) 


A vos te dolía la muela
a mí
el alma y la espera

el invierno nos punzaba
las manos te hacían remolinos en los bolsillos
mi soledad se enmascaraba
en cortesías sin sentido

tus ojos desafiando
la muchedumbre desafinando
cafés calientes y tentempiés de plástico
tu desenfadado ir por la vida oyendo señales
mi ir por señales tras rastros de vida

la tarde moría
deambulábamos sin sentido
con el único sentido de encontrarnos
el rumbo del que no sabe lo que busca
es el que nunca se equivoca
(confía en los guiños de los ángeles)

vos volvías de volver de donde la soledad te llevaba
yo intentaba reírme del esperpento cotidiano
saetas berretas,
inauguramos el amor
en los albores de un siglo
que se cae a pedazos

erigimos la pureza
dentro de la ciudad contaminada

volamos como pájaros
destrozando las jaulas
de lo inauténtico


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un escenario tan vulgar, una situación tan común, un fondo tan falso, compañeros tan bobos, un domingo tan miércoles, una cuerda tan tensa que el corso cósmico debió revolver con pasión las fuentes porteñas, para que por desasón o estupidez ajena nos encontremos en el mismo impensado punto y germinemos la luz, la esperanza, el sexo, los años que vendrán, el espejo de Europa, los días que hoy pasan como días y mañana serán la gloria, la gloria que hoy sube a lo espectacular y lo cotidiano.
Todo eso en el escenario más extraño, de ahí hasta hoy me sigo deslumbrando con tu carita feliz.

Ludmila dijo...

Juan, sos hermoso. Lo que escribís siempre excede mi capacidad de besarte, de abrazarte y estirarte los bigotes, de escribirte, de cocinarte, de extrañarte, de mirarte. Siempre sos más que todo. Sos hermoso, eso. Y me hacés infinitamente feliz